Fotografía

Interesante conjunto fotográfico

Desde los primordios de su presencia en la escena artística, los historiadores y críticos de arte han tratado de encuadrar y dar explicaciones sobre la etiología y la dimensión de la obra de Méjica, la cual, con brío y en aparente contradicción, ha venido cursando entre el primitivismo y la más actual postmodernidad. En cualquier caso, ninguna de las interpretaciones que tratan de explicar el discurso artístico de Méjica se ha limitado, única y exclusivamente, a sus valores puramente estéticos.

La interpretación mágica

Atendiendo a las manifestaciones del propio artista, cuando se definió como "Méjica/mágico" o declaró que "yo vivo en permanente estado de flujo, como los hombres-soles", no faltan quienes, a la vista de la fuerza plástica de sus símbolos e imágenes más primitivistas, que sintonizan con los ritos y creencias de los pueblos de agricultores y pescadores, explican sus representaciones como un testimonio de su concepción panteísta de la vida. En este sentido, su códice Beato de Oviedo y el poemario místico Voces Iluminadas, incluido el Apostolado suprematista de Trieves, no se podrían explicar sin acudir a esa raíz mágico-religiosa que ha pervivido hasta hoy entre el campesinado asturiano desde tiempos remotos, acaso porque animales, árboles y humanos forman parte del mismo ciclo común de la Naturaleza.

De igual modo, no puede desconocerse que a esta visión mágica de la obra de Méjica ha contribuido su preocupación por la evocación y la expresión gráfica del pensamiento rural, ya que su honda raigambre campesina la tiene a gala; también su interés por todo lo céltico, el totemismo, el culto a las diosas-madre, los ritos de fecundidad, etc. Para él nada resulta estático, todo se metamorfosea; es decir, todo se halla sometido a un continuo "estado de flujo" y transformación, y su función sería evidenciarlo y dignificarlo. Por eso se siente un dios creador, il creatore, "yo no soy un artista, soy Méjica", afirma, para luego sentenciar "en el arte hay algo mágico y religioso". También Méjica evoca un mundo que siente como suyo, el mundo perdido de su infancia a orillas de la ría de Navia; un mundo autovivencial, agrario, que sólo el arte y la literatura le permiten recuperarlo, y, al igual que los egipcios, traducirlo en signos e imágenes.

La interpretación estructuralista

Resulta muy significativo que la preferencia más presente en las composiciones parietales, la pareja caballo-bóvido, venga a coincidir con el duato de motivos que, sistemáticamente, reproduce Méjica en su Prehistórica. Tal correlación nos obliga a pensar que, independientemente del mayor o menor conocimiento cultural que se acredite de épocas pretéritas, existen quizá asociaciones de ideas estables que, estructuralmente, se repiten en todas las sociedades y en todas las épocas, a modo de una corriente subterránea o fondo común, que no implica "copia" o "apropiacionismo".